Jorge Zepeda Patterson - Milenio
Como en toda guerra, en la confrontación entre el Poder Judicial y el gobierno de la 4T han habido excesos, más de una infamia y no pocos escándalos. Hay fobias y filias en juego y animadversiones personales, pero también hay argumentos legítimos que habría que entender antes de emitir juicios categóricos.
Lo más fácil y simplista es etiquetar de corruptos a los jueces, de ser personeros de los grupos privilegiados o, por el contrario, concluir que las inclinaciones autoritarias del Presidente lo llevan a poner de rodillas al Poder Judicial. La verdad es mucho más complicada que eso.
Desde la perspectiva de cada una de las partes hay argumentos legítimos, además de la información a medias o los abusos cometidos por el empeño de ganar batallas. Desde la lógica del Presidente, el sistema de justicia ha sido el principal instrumento político utilizado por los intereses creados para obstaculizar su proyecto de transformación. Y, en efecto, parcialmente es así. En sí mismo no hay nada ilegítimo en ello.

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