Juan Antonio Le Clercq - Eje Central
El próximo domingo votaremos para elegir a la primera mujer presidente México, nueve gubernaturas, la totalidad de las cámaras de diputados y senadores, la composición de los congresos estatales y múltiples alcaldías. Se termina una campaña y precampañas eternas, marcadas por la violencia, golpes a las autoridades electorales, uso ilegal de recursos públicos, cuchareo de encuestas y chapulineo de personajes que un día representan una cosa y al siguiente lo contrario.
Las campañas de las candidatas punteras no podrían ser más diferentes. Claudia Sheinbaum optó por administrar su ventaja, evitar temas incómodos, posicionar la idea de la inevitabilidad de su victoria y, por su puesto, navegar con el impulso de los vientos presidenciales. Xóchitl Gálvez se vio obligada a asumir riesgos, adoptar un discurso más agresivo y recurrir a su espontaneidad para intentar cerrar la brecha. El domingo veremos qué tan efectivas resultaron sus estrategias.
En un contexto donde la cargada mediática y el manoseo de encuestas dificulta conocer la verdadera distancia entre las candidatas, podemos perfilar cuatro posibles escenarios
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