- Sheinbaum sabe que sin margen de maniobra en el presupuesto, su eventual gobierno puede hacer crisis.
Mario Maldonado - El Universal
Claudia Sheinbaum ya se siente y se asume presidencial. Se proyecta como la primera mujer presidenta de México. Y si bien aún no gana la elección, la candidata de Morena ya comenzó a sentir el calor de la silla presidencial; la silla del águila que quema y marea.
Hace varios días que Sheinbaum comenzó a tener reuniones con los principales funcionarios del gabinete del presidente Andrés Manuel López Obrador. ¿La razón? Quiere entrarle al toro por los cuernos. De las pocas consideraciones reales que el presidente le otorgó junto con el bastón de mando fueron el poder comenzar a perfilar a su equipo, tal cual lo hizo AMLO en el 2018 al anunciar a su gabinete virtual, en el que incluyó lo mismo a radicales que a moderados; un mensaje de pluralidad que después se desvaneció con el paso de los años.
Sheinbaum tiene claro que de ganar la Presidencia de la República deberá integrar un gabinete incluyente, entre funcionarios transexenales que son necesarios; los incondicionales de López Obrador; los morenistas radicales (del denominado grupo de los puros) y de su equipo de la CDMX. Nada más difícil para la heredera de la 4T que conciliar tantas visiones e intereses.
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