- Hay optimismo en el país norteamericano, aunque la próxima presidencia deberá reducir el déficit fiscal del 6% del Producto Interno Bruto (PIB) que deja López Obrador sin comprometer la infraestructura necesaria para aprovechar la efervescencia
Una mujer vende verduras en un mercado en Ciudad de México. DANIEL AUGUSTO (CUARTOSCURO)
Isabella Cota - México - El País
México llega a las elecciones más grandes de su historia en un contexto económico efervescente. Los vientos de la geopolítica comercial soplan a su favor, mientras que, al interior del país, las familias tienen más dinero en el bolsillo. El año pasado, la economía creció 3,2%, por encima de sus pares latinoamericanos, mientras que su moneda se fortalece hasta cotizar a niveles no vistos desde 2015. Este año, la economía no está entre las mayores preocupaciones entre el electorado.
Pero no todo está ganado. A la próxima presidenta (muy probablemente, y por primera vez, una mujer) ya se le empieza a nublar este cielo despejado. Los datos más recientes muestran que el Producto Interno Bruto (PIB) lleva dos trimestres consecutivos estancado. La inversión fija, medida clave del crecimiento por venir, se ha ralentizado en el mismo periodo. Al mismo tiempo, analistas advierten de dos deficiencias importantes: una situación fiscal delicada y la carencia de un plan para atraer la inversión que busca salir de China.
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