Raymundo Riva Palacio - Expreso
Claudia Sheinbaum, la candidata oficialista, estuvo en el programa de televisión Tercer Grado -donde soy uno de los panelistas- el lunes por la noche y desde la primera pregunta se tensó el ambiente. No iba a ser un encuentro fácil, por las peculiaridades del personaje, que se ha empapado de las formas y mañas del presidente Andrés Manuel López Obrador a lo largo de más de dos décadas de estar junto a él, reforzadas por el entrenamiento de la consultora de cabecera de Morena, que la han convertido, aprovechando sus fortalezas de disciplina y rigor, en una máquina que busca devorar terreno sin demoras. Pero Sheinbaum, verdad de Perogrullo, no es López Obrador, elástico, flexible, maleable y astuto, sino todo lo contrario, además de intransigente.
En abono de Sheinbaum, accedió a la entrevista sin condicionar preguntas ni pedir adelanto del contenido, lo que hizo de sus respuestas un ejercicio de espontaneidad a la vez de franqueza. Por eso fue muy sorprendente desde el comienzo del programa, cuando el moderador René Delgado, en una pregunta espejo a la que formuló una semana antes a la candidata de oposición, Xóchitl Gálvez, inquirió si, en caso de perder la elección presidencial, reconocería la derrota. Hace seis años, en esa misma mesa, López Obrador dijo que sí lo haría; el lunes antepasado, Gálvez respondió lo mismo porque, señaló, era una demócrata.
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