- Los datos sugieren que ha logrado reconstruir la 'coalición de votantes' que permitió a Biden imponerse en 2020, pero el empate técnico se mantiene todavía
Pablo R. Suanzes Corresponsal Washington - El Mundo
El sábado fue un buen día para Kamala Harris. Quedan apenas un par de días para las elecciones e EEUU y aunque la fatiga es evidente, el estrés está en máximos y la cantidad de información que llega es abrumadora y confusa, en medio de lo que parece un empate perfecto en los sondeos, la vicepresidenta cerró la jornada con un cameo sorpresa en el Saturday Night Live, uno de los programas históricos de humor de la televisión estadounidense. Lo hizo en una escena junto a Maya Rudolph, la actriz que habitualmente la parodia clavando su forma de hablar.
El público, tan simpatizante demócrata como los presentadores, disfrutó y ella apareció razonablemente relajada y sonriente. Mientras Donald Trump refuerza su mensaje negativo, apocalíptico a veces, describiendo al país como un "cubo de basura" en manos de bandas criminales y con una inmigración desbordada que pone a todo, Harris sigue apostando por los mensajes de optimismo y esperanza. Intercalados con acusaciones de fascismo a su rival, pero incidiendo más en las oportunidades que en los problemas, aunque sólo sea porque ella forma parte del Ejecutivo desde hace cuatro años. Por eso en lugar de enfadada y en tono pesimista, sus actos tratan de animar al público. Y el sábado ella misma tenía una buena razón para estar animada.
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