Luis Rubio - El Siglo de Durango
ÁTICO.- El presupuesto gubernamental es el reflejo de las prioridades y objetivos del gobierno.
No hay mejor guía para determinar si empata el liderazgo con las circunstancias del país que evaluar su visión del pasado y del futuro, especialmente en términos presupuestales. Nada más concreto que el contenido del presupuesto gubernamental, pues ahí se plasman las prioridades, los intereses y las perspectivas que el gobernante le imprime a su administración y al futuro de la nación. Todo el resto, como dijera algún expresidente, es demagogia.
"El pasado es prólogo" escribió Shakespeare, pero en materia gubernamental con frecuencia el pasado acaba siendo un fardo porque sus componentes se quedan permanentemente incrustados en las leyes, reglamentos y, sobre todo, presupuestos. Decisiones de gobiernos anteriores, quizá justificables en el contexto en que se dieron, acaban siendo hechos consumados que se convierten en derechos adquiridos y, por lo tanto, intocables. Muchos contratos laborales, transferencias e innumerables partidas presupuestales, se convierten en realidades políticas que le impiden al país avanzar. El novelista inglés L.P. Hartley resumió el problema de manera cabal: "El pasado es un país extranjero: ahí hacen las cosas de manera diferente". La clave del presupuesto de un gobierno nuevo radica en lidiar con los lastres del pasado, como el déficit fiscal, pero construir los cimientos de un futuro diferente.
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