Rolando Cordera Campos - Periódico La Jornada
No debería haber duda: los ayer orgullosos sistemas democráticos están en peligro, en el Norte y en el Sur globales. Pero debajo de esta no tan novedosa circunstancia, se mueve un espectro mayor, que no es el del comunismo que anunciaran Marx y Engels en el siglo XIX. Se trata de un enorme, extenso e intenso malestar con y en la cultura, de mayor capacidad corrosiva que aquel que estudiara Freud.
Así, no debe sonar exagerado que desde estas solitarias páginas se advierta del desfondamiento acelerado de muchas sociedades, y de la nuestra, a pesar del obcecado negativismo de que hacen galas nuestras dirigencias políticas, en y frente al Estado. No sabemos qué piensa de esto la empresa o el capital, pero su mutis de la escena pública es lamentable y pernicioso.
No en todas las latitudes esta caída se expresa de igual manera; en algunas regiones, como en Ucrania o Medio Oriente, se ha impuesto la destrucción armada como rutina; en Europa Occidental cunden el desasosiego y el ascenso de los autoritarismos más rupestres, en tanto que aquí y ahora entre nosotros se expande la violencia criminal, apropiándose de territorios enteros.
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