Por: Gerardo Flores Ramírez - El Economista
El frenesí global que desató el presidente Donald Trump con el anuncio de sus supuestos aranceles recíprocos aún reverbera en todos los medios. Apenas se dieron a conocer, se desató un intenso análisis sobre los aranceles que anunció para cada país. Ese mismo día, el miércoles 2 de abril, la oficina del Representante Comercial de los Estados Unidos, la USTR por sus siglas en inglés, difundió una nota supuestamente técnica, con la que pretendió demostrar cómo había obtenido el número para cada país, resultado que una vez calculado, fue dividido entre dos, para dejar constancia de un arranque de generosidad de último minuto del presidente Trump con todos aquellos países que supuestamente han abusado de los Estados Unidos.
Muy rápidamente, se demostró que la famosa fórmula que presumía el equipo de Trump no resistía el menor análisis serio, entre otras razones, por los supuestos económicos tan generalizados que se emplearon para hacer el planteamiento matemático. Además, porque pretendieron hacer creer que dicho planteamiento tenía un asidero sólido en artículos académicos escritos por economistas investigadores serios que han estudiado el comercio internacional y el desbalance entre países. También quedó acreditado, que las conclusiones que el equipo de la USTR tomó de esos artículos académicos se utilizaron fuera de contexto, o de manera incompleta. Es decir, que solo tomaron de esos artículos lo que entendieron que les convenía, para fines de la narrativa que exigía la Casa Blanca.
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