lunes, 14 de abril de 2025

La pesadilla apenas empieza

Agustín Basave - Milenio

Creo que a estas alturas del partido ya quedan pocas dudas de que nuestra apuesta obligada frente a Estados Unidos es crear las condiciones para que Donald Trump extienda su noción de autarquía a Norteamérica. Es decir, contribuir a que las fuerzas económicas lo empujen a incluir a México y Canadá en la entidad productiva “autosuficiente” que, según los dictados de su cosmovisión aislacionista, ha de proteger, porque solo en esa alianza trilateral podrá competir exitosamente con China y defender los intereses de su país. ¡Se dice fácil!

Lo que puede hacer que esta misión no sea imposible es que no existe un proyecto geopolítico trumpiano, y por tanto hay margen de maleabilidad. Eso de que tiene claro el mundo que quiere construir es el sueño guajiro de ideólogos desplazados. Trump no planea, se mueve por instinto a partir de unas cuantas ideas elementales, y la única ley que respeta es la ley de la selva. Si paró su blitzkrieg arancelario fue porque los mercados le anunciaron una recesión que destruiría su imagen ante la historia. Teme al estigma de perdedor, no al Estado de derecho. Incluso si se prueba que hubo insider trading y que gente cercana a él se benefició ilegalmente de los altibajos de las bolsas, asume que cualquier acusación en su contra se caerá. 

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