- El castigo a la deuda pública fue la gota que colmó el vaso tras el desplome de los mercados, las críticas internas y la advertencia de inversores y empresarios
Miguel Jiménez - Washington - El País
Donald Trump no ha aguantado el pulso ni siquiera una semana. Tras declarar la guerra comercial al mundo en su tercer “Día de la Liberación”, el presidente de Estados Unidos tuvo que rendirse a la evidencia de que estaba llevando al país, y con él a la economía global, a una recesión. La gota que colmó el vaso fue el castigo a los títulos del Tesoro. Antes, el desplome de la Bolsa, las críticas internas y las advertencias de inversores y empresarios habían puesto al mandatario contra las cuerdas. Estaba a prueba su capacidad de aguante y ha sido menor de lo que se esperaba. El presidente de Estados Unidos decretó una tregua parcial de 90 días en la guerra comercial, de la que solo dejó al margen a China, a la que redobló el castigo. El giro debilita la posición negociadora de Trump, justo lo que quería evitar.
No, no era todo parte de un plan preconcebido, como sus lugartenientes quisieron hacer ver para salvar la cara a su jefe. Trump reconoció que, tras pensarlo durante los últimos días, tomó la decisión de corregir el rumbo este miércoles. “Probablemente, se fraguó esta mañana temprano, bastante temprano”, dijo en unas declaraciones en un acto previsto en su agenda para fotografiarse con pilotos de carreras en la Casa Blanca. El presidente dio a entender que la reacción de los mercados había sido decisiva. “En los últimos días, todo parecía bastante sombrío”, dijo. “Pensé que la gente se estaba pasando un poco de la raya. Se estaban poniendo histéricos, ya sabes, estaban un poco histéricos. Estaban un poco asustados”, admitió.
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