- Las barreras comerciales son propias de un Rey Sol que humilla o premia a sus súbditos
Antón Costas - El País
¿Qué caminos puede seguir un país para intentar recuperar su liderazgo mundial cuando percibe síntomas de declive de su hegemonía? El prestigioso economista e historiador del orden económico y financiero internacional Charles P. Kindleberger nos enseñó que cuando un imperio comienza a percibir que los costes de mantener el orden mundial son mayores a los beneficios que le reporta, acaba enfrentándose a un dilema: elegir entre un “liderazgo cooperativo” con otras potencias, o un “liderazgo hegemónico”, obligándoles a que le ayuden a recuperar su poder.
Estados Unidos se enfrenta a un claro declive. Donald Trump ha elegido el camino del liderazgo hegemónico para “hacer a América grande de nuevo”. El instrumento utilizado para torcer el brazo a sus socios comerciales son los aranceles.
¿Qué consecuencias tendrá esta guerra arancelaria? ¿Abocará a la economía norteamericana (y a la mundial) a una recesión? ¿Traerá una nueva era de proteccionismo? Nadie lo sabe. Lo único cierto es que la errática política arancelaria de Trump solo puede conducir al caos económico.
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