Samuel García - El Sol de México
El presidente Trump frenó en seco. Ayer anunció una pausa para la aplicación de los aranceles recíprocos que había impuesto, y los redujo a una tasa universal de 10%. La excepción fue China.
Evidentemente que la decisión de ayer no era el plan base que el presidente estadounidense había concebido, como lo admitió indirectamente al decir que “estaban un poco asustados” y “tenía que ser flexible”.
Pero la anunciada pausa sí fue una opción por lo menos desde el fin de semana cuando el multimillonario gestor de fondos, Bill Ackman, lo planteó en su cuenta de X. El domingo, en un largo post, escribió: “El presidente tiene la oportunidad de pedir un plazo de 90 días, negociar y resolver acuerdos arancelarios asimétricos injustos e incentivar billones de dólares en nuevas inversiones en nuestro país”.
Y agregó Ackman, “si, por otro lado, el 9 de abril lanzamos una guerra nuclear económica contra todos los países del mundo, la inversión empresarial se paralizará, los consumidores cerrarán sus carteras y dañaremos gravemente nuestra reputación ante el resto del mundo, una reputación que tardaremos años, e incluso décadas, en recuperar”.
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