martes, 30 de junio de 2009

SUAREZ DÁVILA: LA POLÍTICA ECONÓMICA DEL GOBIERNO, ERRADA Y CONTRADICTORIA

En estos momentos de crisis lo primero es apuntalar el crecimiento y el empleo, afirma
"Es necesario aumentar al máximo el gasto público; “hay que echar toda la carne al asador”
La política económica del gobierno federal para sacar al país de la crisis es errada, contradictoria e insuficiente; los programas contracíclicos chocan con las medidas de austeridad decretadas; se opta por contraer el gasto público a pesar de que limita el crecimiento; se promueve el desempleo y se reduce la captación fiscal; se gasta poco y mal, afirma Francisco Suárez Dávila, uno de los economistas más prestigiados del país.
Lo importante en estos momentos de crisis, afirma quien fue subsecretario de Hacienda en el gobierno de Miguel de la Madrid, es hacer fluir el gasto público, aumentarlo al máximo, incluso si es necesario recurrir a un mayor déficit fiscal vía endeudamiento interno.
Primero es necesario apuntalar el crecimiento y el empleo, y después ya se corregirán las finanzas públicas; hay margen de maniobra porque el país sólo se ha planteado un desequilibrio de 2 o 3 por ciento del producto interno bruto (PIB), cuando el promedio entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) es de 9 por ciento; sólo el de Estados Unidos, cita, ronda 12 por ciento.
A Suárez Dávila se le reconoce saber casi todo acerca del sistema financiero mexicano. Como economista con posgrados en Francia e Inglaterra, como director de bancos (Obrero y Somex), por su trayectoria como representante de México ante la OCDE y el Fondo Monetario Internacional (FMI), así como diputado a la 59 Legislatura, donde fue secretario de la Comisión de Hacienda.
“Lo importante es sacar el buey de la barranca, con gasto en inversión y apoyo financiero a la actividad económica”, porque para finales de año “muchos estados no van a tener ni para pagar la nómina porque se redujo la captación fiscal y, por tanto, se cayeron las participaciones federales”, advierte.
–El secretario de Hacienda, Agustín Carstens, dice que ya se tiene un boquete de 300 mil millones de pesos –se le comenta.
–Ese faltante no está muy claro, porque no se dice si es con las coberturas petroleras, los fondos de estabilización y las utilidades del Banco de México, o sin ellas. Pero aun así, 300 mil millones sería un desequilibrio fiscal de poco más de 2 por ciento del producto, que yo creo que es manejable y financiable con deuda interna.
“La deuda interna no debe aumentar cuando los bancos están prestando al sector privado y cuando el sector privado está demandando recursos. Pero si el sector privado no demanda recursos porque está en recesión, y los bancos no les prestan, hay margen para elaborar una política expansionista mediante más gasto público a través de un mayor déficit fiscal”.
Con resultados económicos desalentadores como el retroceso de 8.2 por ciento del PIB en el primer trimestre; un creciente desempleo, que ya afecta a 600 mil trabajadores (más un millón de mexicanos que anualmente llegan a la edad de incorporarse a la fuerza laboral), y los pronósticos poco optimistas que hablan de una caída económica anual de 8 por ciento y más de 800 mil empleos perdidos, Suárez Dávila dice que el país debe ganar tiempo y gastar lo más posible en infraestructura.
“El problema es ahorita, y ahorita es donde no estamos siguiendo una política contracíclica clara. Además, otro problema, estamos subejerciendo el gasto. Ni siquiera lo que podemos gastar lo estamos gastando. Son las inconsistencias y las incongruencias de la política económica. No tenemos una herramienta que esté funcionando bien, porque el ejercicio del gasto en el nivel federal tiene muchas trabas.
“Si muchos estados nos están advirtiendo que hacia finales de año van a tener dificultades para pagar sus nóminas, ya no digamos ejercer el gasto de inversión, porque se les cayeron las participaciones federales, la tarea es gastar, y gastar rápidamente. Los gobiernos estatales pugnan por mayores recursos y es justificado: si se les da dinero, ellos saben muy bien gastar de forma eficaz donde están los problemas sociales o de empleo, de caminos rurales, mantenimiento de carreteras, de hospitales. Desembolsan rápidamente, no tienen las trabas que tenemos aquí en las secretarías. Hay que gastar donde están los focos sociales, de empleo, y donde hay que reactivar la actividad económica”.
–Eso nos llevaría al tema de la reforma hacendaria. ¿Realmente urge?
–Sí, pero tiene que prepararse, hacerse en el momento oportuno. Debe ser integral y a partir de un gran acuerdo nacional. El gobierno no puede salir con el gran disparate de otra reforma recaudatoria, porque no sólo puede ser aplicar el IVA generalizado: tiene que ser una cirugía mayor, porque sobran programas que representan una importante fuga de dinero; tenemos un sistema de seguridad social contradictorio porque una institución, el Seguro Popular, es un premio a la informalidad, y el IMSS es un castigo a la formalidad. ¿Para qué necesitamos dos?
“Se requiere cobrar los servicios que actualmente no se pagan, como predial, agua. Pero para eso la gente tiene que saber dónde hizo el gobierno su tarea, dónde se amarró el cinturón, porque hasta ahora el gobierno no ha hecho una labor en serio de ver dónde hay exceso de programas, de los muchos que no sirven para nada y de un montón de subsecretarías que sobran.
“Sí, tenemos un problema fiscal, no hay duda, pero de los dos lados: gastamos poco y mal, y tenemos insuficientes recursos a medida que se está cayendo la economía. Pero no es el momento de meter un impuesto cuando la economía cae 8 por ciento. Primero crecimiento y empleo, y después corregimos las finanzas públicas. Hay que preparar y negociar la reforma. Ahorita no hay que tocar el gasto público, hay que ejercerlo, y hay que hacerlo a nivel federal. Nosotros estamos todavía con la política del estancamiento estabilizador, cuando todo el mundo ya se fue por la política del desarrollo estabilizador. Hay que echar toda la carne al asador”.
Fuente: La Jornada

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