miércoles, 3 de junio de 2009

MENOS KEYNES, MÁS SCHUMPETER

Carlos Ramirez
Más Estado: Obama, como Hugo
Una caricatura revela la dimensión del cambio histórico en el capitalismo norteamericano. Un entrevistador pregunta: “el presidente publicó duras normas de combustible. Como jefe de General Motors, ¿qué opina?” El ejecutivo de la GM dice: “me agrada”. Sólo que el ejecutivo de la GM es nada menos que el presidente Obama, quien acaba de tomar el control de la empresa.
La declaración de quiebra de la General Motors y la apropiación gubernamental de la mayoría de la propiedad de la empresa fueron los primeros signos del nuevo modelo de capitalismo en los Estados Unidos: como Hugo Chávez en Venezuela, Obama ha sentado las bases del capitalismo de Estado.
Sólo que el cambio va a significar el fin histórico del capitalismo y de su influencia en la democracia. En su papel del Gorbachov americano, Obama ha comenzado a andar su perestroika productiva, aunque al revés, al pasar de la economía de mercado especulativo a la economía controlada por el Estado. Los nuevos socios de la GM van a sentarse en el consejo de administración con burócratas que van a decidir en función de razones sociales, no económicas o productivas o competitivas.
La decisión de Obama de intervenir en la crisis ha roto con las leyes naturales del capitalismo: la crisis son etapas de consolidación y autorreforma. En la crisis del 1929, el Estado acudió a financiar a algunas empresas y abrió un paquete de gasto público para estimular la demanda. En la crisis del 2008, Obama metió al Estado a las grandes corporaciones como socio, para pugnar por una reconsideración de los elementos motivacionales de la producción.
Por ello es que el gran debate que acaba de comenzar en los EU es sobre el pensamiento económico detrás de las decisiones de emergencia. En 1929 se utilizó la propuesta de Keynes de abrir el gasto público, como ahora lo repite Obama, aunque a costa de llevar el déficit presupuestal a un 12% del PIB. Pero ese apoyo no reactiva el modelo productivo, sino que protege el empleo.
De ahí que el columnista del The Wall Street Journal Carl Schramm haya abierto otro debate: menos Keynes y más Schumpeter, dice en su texto “El momento de Schumpeter”. Keynes fue el maestro del gasto público creciente, y Schumpeter ganó el Nobel con su propuesta de modernizar el capitalismo a partir de las empresas, incluyendo el dato de que los altos salarios de los ejecutivos son un factor de estímulo a la creatividad e innovación.
El debate ha comenzado en torno a la característica del capitalismo: el del Estado que deriva en subsidios y formas de producción que no estimulan la creatividad ni la competencia y con salarios controlados que tampoco promueven a los emprendedores o el de las empresas y los emprendedores que hay fijado liderazgos productivos a partir del criterio del capitalismo que Schumpeter definió como “destrucción creativa”. El salvamento de Obama a la General Motors protegió el empleo, pero interrumpió el proceso de reconversión industrial de líneas de producción que van a gastar fondos públicos y no van a fortalecer a las empresas. Y también vendrá la discusión entre el Estado que acota las libertades individuales y la empresa de emprendedores que las aumenta.
El fantasma de Hugo Chávez ha comenzado a ser visto en las noches en los pasillos de la Casa Blanca. Porque al final de cuentas no existe coherencia entre el presidente Obama, que castiga a los ejecutivos pero él mismo se permite una escapada de la Casa Blanca a Nueva York para tener una noche de descanso –teatro y cena– con su esposa Michelle, aunque con un costo de más de 24 mil dólares cargado al presupuesto público. Como Hugo Chávez, pues.
Fuente: El Financiero
http://www.indicadorpolitico.com.mx/ [1]

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