jueves, 25 de junio de 2009

LOS PAISES QUIEBRAN

Guillermo Knochenhauer
No los unirá el amor sino el espanto, diría Borges. Lo bueno de que el país vaya tan directamente al desfiladero es que esa trayectoria puede forzar los acuerdos políticos y económicos básicos para evadirlo, y hay con qué. La profundidad de la crisis económica fue un factor determinante de que a la muerte de Franco, las élites españolas concertaran el pacto de la Moncloa. El requisito económico para construir los acuerdos del futuro ya lo tenemos; lo que falta es el liderazgo político que corresponde al gobierno y a la oposición, que no están a la altura de las circunstancias.
Por donde se le mire, la situación de México es desastrosa pero eso no es lo peor, sino que en vez de construir acuerdos para crear condiciones que eviten el colapso, al gobierno no le importa narcotizar el proceso electoral ni confrontarse con los gobernadores del PRI y del PRD con tal de tratar de evitar que la oposición le gane las elecciones de este 5 de julio pero sobre todo, las presidenciales del 2012. Parece dispuesto al golpeteo por el resto del sexenio, a pesar de que no habrá agenda legislativa ni congruencia federalista sin el concurso de la oposición.
Habrá quien crea que sólo las empresas quiebran; no es verdad, también las naciones sufren quiebras financieras y productivas, caen en depresiones colectivas de ánimo y en divisiones irreductibles entre las élites que llegan a trasladarse a la sociedad, la dividen y la enfrentan llegado un punto, con violencia.
Es en la economía donde está trazada la ruta al desastre y a corregirla deberían subordinarse las ambiciones políticas y los poderes fácticos. En el balance tan sólo económico de nueve años de gobiernos panistas, destacan la lentitud del crecimiento, la pérdida de competitividad, un déficit acumulado en el periodo de más de tres millones de puestos de trabajo, la compresión de los salarios reales, la profundidad de la actual recesión y las dificultades de mercado y fiscales para volver a crecer.
Vamos por partes: México, con un crecimiento anual promedio de sólo 2.9 por ciento del 2000 al 2008, es la economía que menos hizo crecer su producción en América Latina, región que avanzó al 3.7 por ciento cada año. En el mismo periodo, el aumento promedio del PIB mundial fue del 4 por ciento anual.
En el 2001 la economía de México ocupaba la posición 42 en la tabla de competitividad del Foro Económico Mundial. Para 2008 se nos ubicaba diez lugares abajo y este 2009 se perdieron otros ocho sitios para caer hasta el 60 en la escala que compara 134 naciones.
El lento crecimiento, que significa desaprovechar y desperdiciar recursos, aunado a la pérdida constante de competitividad, significa desempleo y bajos salarios que contribuyen a explicar que México sea uno de los países que tendrán más dificultades para salir de la recesión actual. Por lo pronto, es de las economías en recesión más profunda.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) estima que la economía de México registrará una contracción de 8 por ciento este 2009, mismo año en que la economía mundial caerá 2.9 por ciento y la de Estados Unidos de 3 por ciento.
Son indicadores que hacen contundente la necesidad de cambiar la orientación de la política económica, aún en contra de los grupos de poder que le cobran facturas políticas a Calderón.
Un lastre que le dificultará al país volver a crecer económicamente, es el empobrecimiento del mercado interno debido al desempleo y a la baja de los salarios reales. No hay estímulo para que los empresarios reactiven sus inversiones y producción sí, como estima la OCDE, el consumo privado se contraerá este año en 6.8 por ciento y las exportaciones de bienes y servicios serán por lo menos 18.4 por ciento menores.
Una política con visión de Estado y no de intereses particulares, haría de la estructura fiscal un instrumento redistributivo del ingreso. Corregiría el hecho de que los salarios aporten el 50 por ciento de la recaudación de Impuesto Sobre la Renta cuando apenas representan el 30 por ciento del PIB, y elevaría ese impuesto a niveles internacionales para las utilidades del capital.
Otra dificultad para volver a crecer, también de índole fiscal, es la deuda pública. Según la Comisión del Senado creada para determinar el elevado monto de esa deuda y proponer correctivos, el monto del pasivo es del doble de lo que informa la Secretaría de Hacienda, porque la dependencia no considera los PIDIREGAS; al sumarlos, se pone “en duda la sostenibilidad futura de la deuda pública Federal”. De este tema nos ocuparemos en nuestra próxima colaboración.
knochenhauer@prodigy.net.mx


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