sábado, 9 de mayo de 2009

EL ALFABETO DE LA CRISIS


Por Hans Magnus Ensensberger
Fuente: Letras Libres
Si comprender las causas de la crisis económica es difícil, entender el lenguaje, a veces absurdo, del argot financiero suele resultar imposible. Hans Magnus Enzensberger propone, con su habitual ironía, este breve diccionario para perplejos.
La economía engendra su propio vocabulario y este exhibe una nitidez brutal, hasta ahora inusual en el sector financiero. He aquí un breve extracto:

abcp, abs, cdo, cmo, mbs, siv, spv, acrónimos; equivalente en inglés: mumbo-jumbo, que significa tanto como patraña, galimatías, timo; la incomprensibilidad como ideal estilístico; hace pensar en la verborrea de los trileros. Véase Tóxico.
Analista; alguien que, con razón, no se atreve a llamarse psicoanalista. ¡Ay de aquel que se encomiende a un terapeuta al cual, a su vez, no haya diván que lo cure!
Asesor; empleado bancario que, al igual que sus clientes, da palos de ciego, pero que, a diferencia de aquellos, lo hace al menos tan sólo mientras cuadra la cifra de negocios y gana dinero en vez de sufrir pérdidas.
Bad Bank; neologismo que hace evocar el sermón de la oveja negra y deja en el aire la posibilidad de que haya también bancos en los que campee el bien.
Cartas en cadena, las; envío postal colectivo, popular en el sector financiero, para el cual parece haber siempre quien lo reciba con agradecimiento. Véase Juego del piloto.
Casino; evento legal en el que la banca siempre gana. También se puede participar por internet, donde se le conoce por “banca online”.
Certificado; un título de valor que garantiza al inversionista un máximo de inseguridad.
Confianza; sentimiento que se busca despertar desesperadamente, desde que otro afecto, la desconfianza, ha demostrado ser provechoso.
Economía real; se llama así para diferenciarla de su antagónica, una economía que se ocupa principalmente con ficciones.
Emplazamiento; término militar. Desde que en lugar de ejércitos hay empresas, los habitantes de las ciudades han dejado de temer la pérdida de una guarnición. Se paga por la permanencia de otros batallones.
Gestión de riesgos; no está al servicio de la reducción de efectos secundarios sino de su aumento. No viene con advertencias de uso. Ni médicos ni farmacéuticos forman parte del personal.
Inyección; conocido instrumento del mundo de la droga para administrar altas dosis a fin de estabilizar la circulación sanguínea de los drogadictos y protegerlos del síndrome de abstinencia.
Juego del piloto;1 diversión que comparten algunas personas de escasa inteligencia con unos pocos amos del universo.
Nacionalización; ideal de los partidos comunistas que los grandes bancos anhelan con fervor.
Paquete; géneros voluminosos que, como si Navidad llamara a la puerta, se flejan y se envían. No contra reembolso. El destinatario no se hace cargo de ningún modo de la factura. El contenido es de al menos nueve cifras y recuerda a un apreciado regalo que suele hacerse a los niños en su cumpleaños: el sobre sorpresa.
Prima por desguace; recompensa a la destrucción de objetos de uso corriente; su propietario recibe de premio lo que abonó como contribuyente fiscal. También se desguazan los bancos insolventes; en ese caso, la prima, en forma de bono, se les paga a los ejecutivos responsables de la quiebra.
Producto; frecuentemente vinculado con el adjetivo “innovativo”; artículo creado por la fantasía de un sector que se enorgullece de no producir nada.
Ráting; estimación de valores que recuerda a la puntuación otorgada por los expertos en vinos y a los gorros de cocinero concedidos por las guías gastronómicas. ¡Salvo error u omisión! La agencia cobra pero se exime de toda responsabilidad.
Sabios de la economía;2 una agrupación certificada por el Estado de lectores bien pagados de los posos del café.
Tóxico, adj.; característica que se encuentra en títulos de valor innovativos. Véase Producto. ~

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