Samuel García - El Sol de México
Si la fábrica estadounidense tose, México puede enfermarse. Y ese escenario no es remoto: aunque las exportaciones hacia Estados Unidos evitaron la recesión en 2025, los riesgos acechan el crecimiento económico del vecino del norte en 2026, así que la pregunta es inevitable: ¿estamos preparados para el golpe?
La señal más reciente llegó ayer, cuando el Instituto de Gestión de Suministros (ISM) reportó que su índice manufacturero (PMI) en Estados Unidos cayó a 48.2 puntos en noviembre, el noveno mes consecutivo en contracción. Un PMI por debajo de 50 implica que las fábricas estadounidenses están recortando producción, reduciendo pedidos y ajustando empleo. No es una variación marginal: es un mensaje claro de enfriamiento industrial en el principal socio comercial de México.
Ese enfriamiento pega directo en casa. En octubre, México exportó a Estados Unidos, cerca del 84% de todo lo que vendió al exterior. Y 9 de cada 10 dólares exportados corresponden a manufacturas: maquinaria, equipo eléctrico, electrónicos, insumos industriales y bienes intermedios que alimentan cadenas de producción estadounidenses. La dependencia es tan amplia que cualquier tropiezo del ciclo industrial estadounidense termina trasladándose a nuestras plantas.
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