lunes, 2 de septiembre de 2024

TREINTA DÍAS DE EMOCIONES FUERTES

  •  “Claudia Sheinbaum está en la tarea de asegurarle que puede irse tranquilo y que su 4T no está en riesgo”.

Jorge Zepeda Patterson - Sin/Embargo

“Los que exigen que se deslinde desde ahora simplemente no entienden lo que está en juego”. Foto: Cuartoscuro.

Hoy arranca el último mes de gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Y como en tantas otras cosas, el líder de la 4T ha roto las convenciones no escritas que regían la política mexicana. A diferencia de todos sus antecesores, que solían salir de escena discretamente en las últimas semanas de su sexenio, por deferencia al presidente electo, el tabasqueño ha hecho justamente lo contrario: decidió intensificar su protagonismo. Como he señalado en otros textos, AMLO está abriendo frentes de batalla que a él no le tocará librar. Acelerar la reforma judicial a cualquier costo, poner en pausa la relación con Estados Unidos semanas antes de irse, tensionar la relación con los empresarios y sacudir a los mercados financieros.

Los adversarios atribuyen este protagonismo a una mezcla de dos factores: por un lado, después de tantos años de vivir en el escenario, el presidente anticipa la abstinencia mediática a la que habrá de auto condenarse a partir del 1 de octubre. A la manera en que en una despedida de soltero se cometen excesos con cargo a la fidelidad de la inminente vida matrimonial o un alcohólico abandona su vicio con una última bacanal. Según esta versión, el presidente estaría intensificando las últimas oportunidades que le ofrece la palestra para sus postreros do de pecho. Por otro lado, también circula la tesis de que todo lo que está haciendo López Obrador tiene como propósito dejar amarrada la agenda de Claudia Sheinbaum, imponerle de manera irreversible las condiciones con que habrá de gobernar.

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