Por Carlos Hurtado - El Economista
Hasta mayo, el peso se apreció debido a tasas de interés internas más altas. Sin embargo, desde junio, la depreciación ha alcanzado el 12% por el resultado electoral, el Plan C y la volatilidad global. La inflación persiste, y el crédito y los costos laborales son altos. La desaceleración económica y la descoordinación de políticas agravan la situación.
Para el presidente, el termómetro cotidiano de la salud de la economía y su estabilidad es el tipo de cambio. Con esa visión estrecha y errónea de la economía, hasta fines de mayo pasado el récord era bueno. El peso se apreció hasta mayo, pero en junio cambió su rumbo: primero con el resultado electoral, segundo con la pretensión de la presidenta electa de ir adelante con el Plan C de López, el cual amenaza gravemente a las instituciones del Estado y a los contrapesos del Ejecutivo, y tercero con la volatilidad de los mercados financieros globales en días recientes. Así, la depreciación alcanza 12 por ciento.
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