- La división de poderes que nos plantea Morena es una grotesca simulación, que no garantiza la existencia, tutela y protección de derechos básicos y fundamentales del ciudadano ante el poder público.
Gabriel Reyes Orona - Expansión
Miente quien diga que México no atraviesa una severa crisis política. A través de muy cuestionables artes, el presidente impulsó, cobijó y propicio endebles liderazgos en los partidos de oposición, los cuales, finalmente, terminaron por acabarlos. Se trató de personajes sin trayectoria, ni oficio, que no tienen, ni nunca tuvieron, lo que se precisa para cohesionar, fortalecer y conducir opciones políticas, siendo meros administradores de cuantiosos recursos, de esos, que gustan a quienes viven, y sólo saben vivir, de dinero que se embolsa sin trabajar.
Llama la atención el caso de Acción Nacional, otrora caracterizado por sujetos que contaban con profundas raíces en las clases medias, el cual, soportó, sino que sufrió, a un personaje anodino y sin valía alguna. Sólo asomó su tremenda arrogancia, sin respaldo en logros, resultados o cualidades que explicarán cómo llegó a la presidencia de ese partido. Su inocua fracción parlamentaria, armada mezquinamente, dará al concepto “participación testimonial” un nuevo sentido.
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