- El terror causado por “La Familia Michoacana” en la Sierra de Guerrero no tiene freno. En una década la narcoviolencia desplazó a 25 mil personas en el estado. En Petatlán, además, denuncian que las autoridades buscan que la gente regrese a sus casas sólo por causas mediáticas.
Por Luis Daniel Nava
CHILPANCINGO, Gro. (Proceso).– Hace un año sicarios de La Familia Michoacana advirtieron a los vecinos de La Palma, un pueblo de la Sierra de Petatlán, que se arrepentirían de no someterse al pago de cuotas y de negarse a ser reclutados en sus filas.
Lo han pagado caro: los criminales están a punto de acabar con el ganado, han devastado viviendas con bombas lanzadas desde drones, mantienen a 50 familias desplazadas y han asesinado con violencia extrema a seis de sus habitantes.
El asesinato de Jaime Ramírez Bravo, hermano del comisario, el 10 de agosto último, detonó el hartazgo y la movilización.
Junto a vecinos de otras comunidades, que también sufren el yugo criminal, bloquearon la carretera Acapulco–Zihuatanejo el 12 y 13 de agosto últimos para pedir a la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado, el repliegue de los criminales.
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