Carlos Ramírez - El Independiente
A lo largo de su querella contra la monarquía española por el aplastamiento de las civilizaciones indígenas en Mesoamérica, el historiador Andrés Manuel López Obrador ha enfocado sus quejas y demandas contra la Corte de Madrid por su papel en la conquista del establecimiento, mal que bien, de una colonia en América.
Pero nada ha dicho contra los daños que terminaron de aplastar a las civilizaciones indígenas en México que provocó el modelo capitalista estadounidense impuesto a sangre y fuego de la guerra de 1847 al Tratado Comercial, pero también en tiempos de la colonia española la iglesia católica jugó un papel central en la represión con violencia brutal contra el modelo religioso politeísta de los imperios indígenas e imponer como obligatoria la religión católica que representaba en ese momento un poder real en manos del criminal Papa Alejandro VI, el demonio de los Borgia.
Como vicecanciller del Vaticano, el cardenal Borgia –italianización de su verdadero apellido: Borja– falsificó una bula para permitir el matrimonio entre Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, y de ahí nació la monarquía del Reino de España. Y ya como Papa, Alejandro VI estimuló a los Reyes de España a patrocinar los viajes de Cristóbal Colón bajo el modelo que José Ortega y Gasset calificó como Weltpolitik o política mundo, es decir la primera geopolítica de dominación colonial impulsada por la Iglesia, y a partir, sobre todo, de que fue el Papa Borgia el que decretó que Fernando e Isabel fueran los Reyes Católicos, o la monarquía por excelencia de la religión del Vaticano.

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