- El estancamiento económico deriva principalmente de la falta de inversión, agravada por incertidumbre jurídica y políticas fiscales, mientras indicadores como tipo de cambio e IED no reflejan la fragilidad real de la economía.
Por: Jorge A. Castañeda Morales - El Economista
Ante el estancamiento económico —ya reconocido incluso por algunos de los más prominentes defensores del gobierno— suele argumentarse que “todo está muy bien”, citando dos indicadores que al gobierno le gusta mucho presumir: el tipo de cambio y la Inversión Extranjera Directa. Aunque ambos no se ven tan mal, usarlos como prueba de que la economía es sólida es, en el mejor de los casos, un hombre de paja.
El tipo de cambio, para empezar, es y seguirá siendo un enigma. El que quizá fue el mejor profesor de economía que tuve nos dijo el primer día: “si un analista te dice que sabe qué va a pasar con los tipos de cambio, merece un premio Nobel o ser considerado un farsante”. Hoy ese aprendizaje parece más vigente que nunca. Las razones detrás del “superpeso” son varias: la depreciación del dólar frente a otras monedas, el todavía atractivo diferencial de tasas de interés con Estados Unidos y otros mercados maduros, y la inevitable comparación con “el vecindario” —México se ve mejor que mercados como Argentina, Brasil, Turquía o Indonesia—. Pero más allá de las razones, lo más importante es a quién beneficia y a quién perjudica un peso sobrevalorado.
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