Luis Rubio - El Siglo de Durango
El triunfo electoral de junio pasado ha envalentonado no sólo al presidente, sino a su sucesora, ahora si ya presidenta electa, y a todo el contingente morenista. La felicidad de haber triunfado, plenamente justificada a pesar de las irregularidades cometidas por el presidente, se está convirtiendo en una catarata de acciones y decisiones que bien podrían acabar minando, si no es que destruyendo, el enorme capital con que cuenta la Dra. Sheinbaum en este momento.
Las advertencias llegan de todas partes y no es necesario repetirlas: bancos, embajadores, presidentes, políticos, jueces, empresarios, observadores y comentaristas, desde distintas nacionalidades y posturas políticas, todos coinciden en los riegos que entrañan los cambios propuestos en las iniciativas constitucionales que están por ser aprobadas. Rompiendo con todo protocolo y tradición, pero sobre todo la decencia y deferencia que amerita una sucesora ya debidamente certificada, AMLO actúa como si su sexenio estuviera a punto de comenzar. El problema para la Dra. Sheinbaum es que será ella quien tendrá que pagar los platos rotos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario