lunes, 1 de octubre de 2012

LA HERENCIA DE LAS ADMINISTRACIONES RECIENTES

Jesús Alberto Cano / Excélsior
La mayoría de los mexicanos sienten, y las encuestas de los últimos años lo han confirmado, que –en materia económica– lo que ha vivido México en las administraciones recientes no ha dado los resultados esperados y que el futuro previsible tampoco será mejor, porque ahora la gente piensa que ha sido abandonada de la protección que antes recibía del Estado.
Los valores cambiaron de una manera repentina hacia el individualismo y eso se aprecia especialmente en el campo económico, porque el Estado mexicano ya no es el protector de la vida colectiva.
Es ahora un espectador pasivo, porque el individuo es el centro de todo: el sujeto y objeto principal del mercado, el que ahora determina las relaciones económicas que vivimos; y como “el mercado” y el individuo conforman el nuevo centro de la vida económica, el Estado nacional ha perdido la fuerza, relevancia y presencia que antes ejercía. Ahora parece comunicar, en su evidente debilidad: “Arréglenselas como puedan.”
Antes el Estado participaba en propiciar la suficiencia de empleos, defendía de alzas injustificadas en los precios y tomaba medidas para luchar contra la pobreza; ahora, bajo el nuevo esquema neoliberal que domina las relaciones económicas, el mercado que está situado en el centro de la vida económica lo determina.
Con la tendencia evolutiva hacia el individualismo, procede ahora preguntarnos: ¿Cómo podrá México ahora construir, en su nueva vida democrática, las instituciones y las políticas públicas que necesita para definir la ruta que asegure éxito en su futuro desarrollo, porque la inspiración que llevó a la elaboración de las consejas del “Consenso de Washington”, desestimaba cualquier participación del Estado en la economía? Por eso muy pronto se reflejó que el nuevo modelo neoliberal no satisfaría los intereses de los mexicanos, porque los años de los históricamente más lentos crecimientos del PIB son atribuibles a la nueva operación exclusiva del “mercado” y la evidente prohibición a que el gobierno interviniera en la economía, a diferencia de lo que había hecho siempre.
En esos años de lento crecimiento se dieron cambios profundos, con creciente desempleo; cada vez una mayor proporción de la población viviendo en la pobreza y la pérdida constante de empleos en el mercado formal de trabajo, por canalizarse la demanda de trabajadores al mercado informal, donde no gozan de la protección social y también predominan los salarios más bajos.
Y precisamente fueron años en que México fue cambiando de rostro: la población llegó a los 100 millones en 2000, después de registrar un crecimiento impresionante en todo el siglo XX, partiendo de registrar una población de apenas 14 millones de mexicanos en el año de 1900 y llegando a 112 millones para el censo de 2010.
Son los años también en los que México se abrió al mundo, después del gran desarrollo de su nuevo sector industrial y se integró en un gran mercado común con las economías de Estados Unidos y Canadá. Corresponderá ahora a la nueva generación de jóvenes mexicanos, quienes formarán la nueva administración gubernamental con Enrique Peña Nieto, los que liderarán con su bagaje intelectual y educativo, nuestro desarrollo económico y social en este nuevo siglo. 
*Presidente Nacional del Colegio Nacional de Economistas

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