Rogelio Ramírez De la O / El Universal
Aunque en apariencia la macroeconomía está "bien", esta visión estática
no representa la realidad dinámica. Al observar las tendencias
inerciales no hay duda de que México tiene una situación frágil.
Primero: arrastra un déficit presupuestal primario, en 2012 por cuarto
año consecutivo. Este déficit es la diferencia entre ingresos y gastos
sin incluir en estos últimos los intereses de la deuda pública. Bajo
esta medida, la de Felipe Calderón fue la primera administración desde
la de López Portillo que tuvo este déficit. El mismo surgió en 2009,
cuando el ingreso público, a pesar de la recesión, no cayó con respecto
al PIB. El motor del deterioro estuvo en el gasto, que creció desde la
llegada del PAN en seis puntos porcentuales del producto. Es cierto que
parte del aumento fue por el cambio en la contabilidad de la deuda de
Pidiregas de Pemex, pero sólo fue una tercera parte del mismo.
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