La administración de
Barack Obama sorprendió al inicio de su mandato cuando tomó la decisión de
mantener en su puesto al ministro de Defensa de George W Bush, implicado en el
desastre de la guerra de Irak. Desde entonces, su política extranjera, su
dependencia con el lobby del complejo militar, industrial y de la
finanza de Wall Street demuestra –como de costumbre– que todo esto favorece
principalmente a los intereses de una poderosa y pequeña oligarquía que al
bienestar común de una inmensa mayoría de ciudadanos estadunidenses
No hay comentarios:
Publicar un comentario