Yolanda Monge / El País
En términos de política exterior, un candidato tiene más que perder si
arriesga y fracasa. Si además las encuestas dicen que están igualados,
no hay necesidad de suicidarse ante las cámaras en el tercer y último
debate entre los candidatos a la Casa Blanca celebrado en la madrugada
de este martes (hora española) en la Universidad de Lynn
en Boca Raton (Florida). Por eso, ambos pretendientes a la presidencia
de Estados Unidos en los próximos cuatro años se ajustaron a guion y
ninguno protagonizó un golpe de efecto. Coincidieron en los grandes
temas y se distanciaron en los habituales: la economía, hacia la que
intencionada e inevitablemente encontraron un atajo a la que llegar
siempre que fue posible.
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