- Las denuncias de corrupción y la revivida acusación de intento de violación a su hermanastra chocan con la inacción del partido guinda, que cobija al exfutbolista en el Congreso
Pablo Ferri - México - El País
Aunque los años pasan y Cuauhtémoc Blanco sigue quemando etapas a la velocidad de la luz, los problemas le persiguen con presteza. Cuando la polémica por las denuncias de corrupción que el actual Gobierno de Morelos presentó ante la fiscalía aún coleaba en los medios, la acusación por violación de la propia hermanastra del exfutbolista revivía de repente esta semana. Blanco, que gobernó Morelos de 2018 a 2024, se refugia en su silencio y en el de Morena, partido con el que obtuvo un curul en la Cámara de Diputados en las elecciones de junio.
Las acusaciones no son menores, por mucha cautela con que trate de manejarlas el partido guinda. El enorme poder de la formación, nacida y criada bajo la mirada atenta del expresidente Andrés Manuel López Obrador, implica que todo movimiento contra Blanco se apoye en descontentos al interior. De momento, el líder de Morena en la Cámara, Ricardo Monreal, ha pedido que no se condene a Blanco antes de tiempo. Es una petición racional, pero el río de las sospechas sobre Blanco crece y crece, limando sus posibles defensas.
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