Por: Federico Rubli Kaiser - El Economista
Destacan en la mente primitiva de Trump tres temas sobre comercio internacional.
Primero, Trump considera que los aranceles son un instrumento de presión y negociación para alcanzar fines políticos: aumentar la deportación de migrantes, disminuir el influjo de fentanilo y debilitar a los cárteles delincuenciales. Pero los aranceles o tarifas son un instrumento de política comercial que tiene impactos en el comercio. Al abogar por tarifas que pudiesen beneficiar a Estados Unidos, los asesores de Trump piensan que se puede fijar un nivel de arancel que maximice el bienestar económico del país que lo impone. Esto se conoce en la teoría del comercio internacional como “la tarifa óptima”.
Este concepto se basa en la idea de que solo un país que tiene poder monopólico (y monopsónico) en los mercados internacionales (lo que se conoce como un país “grande” como Estados Unidos) puede influir en los términos de intercambio (la relación entre los precios de exportación e importación) a su favor al imponer una tarifa. La teoría del arancel óptimo plantea que a medida que se adopta una tarifa, hay ganancias por los términos de intercambio, aunque el beneficio para el consumidor (conocido como excedente del consumidor) disminuye, ya que aumenta el precio interno.
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