Carlos Ramírez - El Independiente
Por Carlos Ramírez/ Enviado especial
WASHINGTON, D.C.- En las primeras marchas de protesta contra la toma de posesión de Donald Trump el fin de semana, la imagen más importante no fue la de las mujeres y los jóvenes con pancartas improvisadas para confrontar al poder de dominante del sistema político que gira en torno a la Casa Blanca. La imagen que llamó la atención fue la de transeúntes que pasaban cerca de la columna principal de la marcha, la miraban con curiosidad y solo referían sus mensajes con sus boinas y bufandas con las siglas de la MAGA trumpista.
Se trataba de personajes con un perfil popular, de clase de media, muchos de ellos empleados, pero sobre todo con edades arriba de 60 años. En la primera toma de posesión de Trump en 2017, la ciudad de Washington se pobló de una población rural de perfil inocultablemente granjero –sombreros y overoles– que habían votado por Trump en tanto que representaba una crítica severa al Estado explotador de los sectores productivos y a la burocracia que vivía de los impuestos de esos productores pero para hacerles la vida de cuadritos a los que trabajaban y generaban riqueza.
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