- Los principales actores mundiales elaboran sus estrategias de reacción ante la sacudida de nacionalismo económico que promete la presidencia trumpista
Andrea Rizzi (enviado especial) - Davos - El Paìs
La economía mundial se adentra en el segundo cuarto del siglo XXI con fuertes señales de un cambio de paradigma, en gran medida marcado por el regreso del republicano Donald Trump a la Casa Blanca. Su victoria representa sobre todo un nuevo impulso al nacionalismo económico por la vía de guerras arancelarias, pero también la perspectiva de revulsivos en el sector energético, con la voluntad de incremento de producción de energías fósiles, y en otros sectores ―como el financiero y el tecnológico―, por la vía de la desregulación. La reunión anual del foro de Davos trató de descifrar los primeros signos de un camino que se vislumbra turbulento. Todos afilan las herramientas para reducir riesgos y aprovechar las oportunidades.
Las recetas económicas trumpistas ―que el propio presidente presentó con una intervención en videoconferencia el jueves― recibieron durante los trabajos del foro una acogida con manifestaciones de entusiasmo empresarial por lo que concierne a la desregulación, y de gran inquietud con respecto a la estrategia de subida de aranceles. El clima davosiano, en todo caso, pareció mostrar mucha confianza en el devenir de la economía estadounidense, sobre todo por la poderosa conexión entre el gran mercado de capitales y las capacidades tecnológicas que se dan en la primera potencia mundial. En ello incidió, entre otros, Kristalina Georgieva, directora del FMI, en un panel el viernes.
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