- El Plan México incluye metas modernas y ambiciosas, pero carece de políticas públicas concretas y viables. Sin certeza jurídica, será difícil atraer inversiones necesarias para su materialización.
Por: Federico Rubli Kaiser - El Economista
Difícilmente no se puede no estar de acuerdo con la visión y metas que esboza el Plan México (PM) que, como dijo Ebrard, es un mapa de navegación para los próximos seis años de gobierno. Todos son planteamientos loables encaminados a tener un país más próspero. Lástima que el futuro sistema judicial, entre otros, no esté alineado con esa estrategia.
Concuerdo con varios colegas que han señalado que el PM no es un “plan”. Un plan debe definir los instrumentos; es decir, las políticas públicas y acciones CONCRETAS para lograr las metas. Solo enumera en la descripción por sectores una lista voluntariosa de acciones generales y superficiales. Tampoco se especifica el costo para el gobierno de esas intenciones. Muchas pueden implicar costos directos (en infraestructura, por ejemplo). Otras requieren del otorgamiento de incentivos vía subsidios. Se señalan varios programas y financiamientos de la banca de desarrollo. Desconocemos hasta dónde los gastos pensados para 2025 están alineados con el presupuesto o serán presiones adicionales de gasto que se traducirán en un mayor déficit público.
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