- Hernández Giadáns llegó con la promesa de ser un rostro renovador tras la salida de Jorge Winckler Ortiz, fiscal vinculado al exgobernador Miguel Ángel Yunes
Sofía García - El Heraldo de México
En Veracruz, la Fiscalía General del Estado (FGEV) ha sido más una trinchera de intereses políticos que una institución de justicia. Verónica Hernández Giadáns, al frente del organismo desde hace casi cinco años, parece ser la siguiente en una lista de fiscales que no logran salir indemnes del cargo. Entre críticas de colectivos, denuncias de subordinación política y falta de resultados en casos emblemáticos, su relevo parece ser sólo cuestión de tiempo.
El diputado morenista Diego Castañeda Aburto propuso recientemente reformas para reducir los periodos de los fiscales y facilitar su remoción, una medida que responde a las declaraciones de la gobernadora Rocío Nahle. El control de la Fiscalía se ha convertido en un tema prioritario para la nueva administración, especialmente en un estado donde la justicia ha sido utilizada como un instrumento de poder político.
Hernández Giadáns llegó con la promesa de ser un rostro renovador tras la salida de Jorge Winckler Ortiz, fiscal vinculado al exgobernador Miguel Ángel Yunes. Sin embargo, su gestión no logró romper el círculo vicioso de corrupción, opacidad y subordinación política. Las críticas van desde la falta de avances en casos de desaparición forzada hasta el uso del delito de ultrajes a la autoridad, declarado inconstitucional por la Suprema Corte, pero que durante su vigencia sirvió como arma contra opositores. Casos como los de Tito Delfín, exdirigente estatal del PAN, y José Manuel del Río Virgen, exsecretario técnico del Senado, evidencian un uso político de la Fiscalía que genera dudas sobre su imparcialidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario