Luis Rubio - El Siglo de Durango
Es frecuente escuchar la broma de que Canadá y México tienen un problema en común. Efectivamente, en contraste con las naciones europeas, donde hay grandes y chicas, pero ninguna abrumadora, las dimensiones y trascendencia de nuestro vecino común entrañan características singulares. Tanto Canadá como México optaron desde hace décadas por convertir a Estados Unidos en una oportunidad para su desarrollo económico; sin embargo, cada una de estas naciones actúa de manera muy distinta y el efecto de esas diferencias es una mucho mayor inestabilidad e impredecibilidad para el lado mexicano.
Aunque la mayoría de los canadienses habla inglés, su cultura es muy distinta y contrastante con la estadounidense. Más europeos en su comportamiento y organización social, los canadienses se precian de sus diferencias respecto a los estadounidenses. Sin embargo, hace muchas décadas decidieron que su futuro económico se beneficiaría grandemente de una estrecha vinculación con su vecino sureño.
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