Si los
espectadores de televisión, y la vida, tienen paciencia, disfrutarán con las
contradicciones de los discursos públicos. Cuando escuchamos a líderes
políticos valorar las decisiones del Constitucional o el recurso de la
población a manifestarse tan solo hay que sentarse a esperar para verles opinar
una cosa y la contraria según les vaya la legislatura.
El
dirigente económico Ollie Rehn ha de ser necesariamente la pesadilla para las
utopías bondadosas filmadas por su compatriota finlandés Aki Kaurismaki.
Nosotros lo recibimos con alegría, porque vino a decirnos que la salvación nos
llegará por la austeridad. Así que permitió al gobierno español pronunciar una
frase encantadora: "ya te lo decía yo". No es fácil aceptar que todos
los recortes se justifiquen bajo la excusa del clima financiero. Abrasados por
la deuda las autoridades han salido a romper los paraguas de la gente. Ni
ayudas, ni protección, ni salvaguarda, ni cooperación. Y como aún están
pendientes de revisar las pensiones que se anden con ojo los jubilados en las
manifestaciones, además de algún porrazo les puede caer una quita. Pese al
éxito del equipo europeo en la Ryder, capitaneado por un español con órdenes de
ser ambiciosos e insumisos ante la adversidad, la doctrina política continental
sigue el derrotero contrario. Como si fuera posible correr si estás de
rodillas. La realidad es dura, nos dicen, pero la realidad también se fabrica.
La
contradicción asoma cuando vemos al ministro de Industria contar feliz en la
televisión las bondades del plan Pive, argentinismo con el que se propone
reanimar la venta de automóviles. Soria explicó apasionado que por cada euro
que el Estado invertirá en subvencionar la compra de un coche se recuperarán
dos euros por recaudación tributaria. Análisis y cálculo que aplaudimos. Pero
uno se pregunta por qué no se hace la misma cuenta en educación, investigación,
desarrollo o cultura. ¿No rendiría ese euro el mismo servicio? No habíamos
quedado que la subvención es chunga. Ventas y espejismo forman una palabra fea:
ventajismo. Pues como decíamos, con paciencia, uno encuentra perlas del
ventajismo hasta aburrir.
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