La experiencia es la más valiosa
de las herramientas en política económica. Y sería fácil convenir que la
aportada por esta crisis dispone de una importancia diferencial. Desde las
circunstancias de su emergencia en el sistema financiero de EE UU hasta el
rápido desplazamiento de su epicentro a la eurozona, las lecciones aportadas
están siendo muy relevantes. En alguna ocasión anterior, en estas mismas
páginas, he destacado que en cierta medida constituyen una cura de humildad
para la profesión, no solo por las limitaciones mostradas para la anticipación
de la crisis, sino quizás lo más relevante, por la insuficiente capacidad de
los economistas para tomar decisiones de política económica en situaciones tan
complejas como las reveladas en estos cinco últimos años.
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