Arturo Alcalde Justiniani / La Jornada
El proceso de reforma
laboral ha exhibido las contradicciones entre el discurso y los
verdaderos intereses de buena parte de sus impulsores, entre ellos los
empresarios y el gobierno federal. Ha prevalecido el peso de la
simulación y la resistencia a un verdadero cambio, como lo requiere
nuestro modelo laboral y productivo.
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