Joaquín Estefanía,
Madrid / El País
Se impone una nueva modalidad de decadencia europea: echarse atrás de
las decisiones ya tomadas. No solo no se avanza, sino que se retrocede.
Las declaraciones hechas hace unos días en Helsinki por los ministros
de Finanzas de Alemania, Holanda y Finlandia (los países que conservan
la valoración de Triple A en las agencias de calificación de riesgos)
suponen convertir en papel mojado los acuerdos a los que se llegó en la
pasada cumbre del Consejo Europeo de junio. Alemanes, finlandeses y
holandeses estiman ahora que es precipitado poner en marcha el
supervisor bancario (en el seno del Banco Central Europeo) a partir del
próximo 1 de enero y opinan que las ayudas a la banca deben surgir del
marco de la nueva supervisión (que quedaría sine díe), pero no deben
cubrir las necesidades heredadas del pasado.
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