La confesión de un alcalde mexicano y otros escándalos reflejan los pocos logros anticorrupción
A Hilario Ramírez Villanueva, dueño de una empaquetadora de mangos, le
gusta pasearse por el pueblo de San Blas, en la costa del Pacífico, con
sombrero vaquero y la camisa desabrochada hasta el ombligo. Así iba la
tarde del 8 de junio en que, ante unos 50 vecinos, más bien aburridos
por el acto electoral de su exalcalde, soltó la frase que ha entrado en la historia pequeña de México.
Subido a un escenario y micrófono en mano, disparó: “Me han criticado
porque me gusta mucho el dinero. ¿Y a quién no le gusta? [Y también
dicen] que le robé a la presidencia. Pues sí le robé, sí le robé, sí le
robé, pero poquito, porque estaba bien pobre; fue nomás una rasuradita”.
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