lunes, 28 de julio de 2014

DESHACER PEMEX

León Bendesky/ La Jornada
Desde hace muchos años Pemex no ha sido un buen negocio para los mexicanos. Tampoco ha sido un factor decisivo del crecimiento de la economía. Por estar en un lugar clave como el de la energía debió ser un pivote del desarrollo y no lo fue. En cambio fungió como una bisagra muy útil del poder político y del control sindical. Su gestión administrativa estuvo plagada de desaciertos y sospechas, sin que ninguno de los innumerables responsables rindiera cuenta alguna. Sobre todo cumplió con ser una fuente prácticamente inagotable de recursos públicos por las enormes transferencias que de modo permanente hacía al gobierno. Su capacidad posible en materia técnica y financiera para ser una gran empresa petrolera no se materializó.

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