Parecería ser
que la macroeconomía está bien en México, en lo que concierne a las condiciones
necesarias para el crecimiento y, sin embargo, hemos registrado tres décadaales y federal, e activifrecen garantías de
dineros presupuestales y le quedan pocas ganas de financiar a las empresas en
los diversos sectores de la producción. También prefiere la facilidad de
conceder crédito al consumo, vía tarjetas de crédito.
Por otra parte,
el campo mexicano casi no recibe financiamiento, como antes, y no ha podido
proveer los alimentos que ahora tenemos que importar, precisamente en momentos
de crisis agrícola y de los altos precios de los granos de los países productores.
Son momentos en los que extrañamos la presencia fuerte de la banca de
desarrollo en ese sector, porque la banca comercial no arriesga y les presta
poco.
También
apreciamos muchos problemas en los insumos del campo de los energéticos. Por
ejemplo, nos faltan refinerías porque exportamos crudo e importamos mucho en la
forma de gasolinas y gas, un insumo, este último, que en el futuro promete ser
abundante, pero que hoy no alcanza para satisfacer las necesidades de la planta
productiva nacional, especialmente cuando se canaliza mucho de y
serios problemas de abasto de insumos para que el país crezca, entre ellos,
financiamientos para la producción. Pero la banca comercial prefiere financiar
a los gobiernos estatales, municipales y federal, que le ofrecen garantías de
dineros presupuestales y le quedan pocas ganas de financiar a las empresas en
los diversos sectores de la producción. También prefiere la facilidad de
conceder crédito al consumo, vía tarjetas de crédito.
Por otra parte,
el campo mexicano casi no recibe financiamiento, como antes, y no ha podido
proveer los alimentos que ahora tenemos que importar, precisamente en momentos
de crisis agrícola y de los altos precios de los granos de los países productores.
Son momentos en los que extrañamos la presencia fuerte de la banca de
desarrollo en ese sector, porque la banca comercial no arriesga y les presta
poco.
También
apreciamos muchos problemas en los insumos del campo de los energéticos. Por
ejemplo, nos faltan refinerías porque exportamos crudo e importamos mucho en la
forma de gasolinas y gas, un insumo, este último, que en el futuro promete ser
abundante, pero que hoy no alcanza para satisfacer las necesidades de la planta
productiva nacional, especialmente cuando se canaliza mucho de ese escaso gas
para la generación de electricidad en las plantas combinadas generadoras de
energía eléctrica.
Y el secretario
federal de energía les recomienda a los industriales que no consuman tanto gas,
la misma recomendación que el secretario de Economía hizo cuando el huevo
escaseó en nuestro país y el precio de este relevante producto en la dieta de
los mexicanos subió fuertemente, por lo que tuvieron que abrir la frontera para
importarlo y garantizar el abasto.
Luego también
está el efecto distorsionador de subsidiar el consumo de gasolinas, una
política que favorece a los consumidores de altos ingresos, cuando el problema
de México más grave es la insuficiencia de recursos presupuestales para atender
la pobreza que crece y se expande en todo el territorio nacional.
Y ahora,
la amenaza que se cierne sobre todos los países es que se proyecta que debemos
prepararnos para una década más de lentos crecimientos por las crisis que
enfrentan los europeos, EU, Japón y otros asiáticos, incluyendo la
desaceleración de las economías de China e India.
Es ahora urgente
que volvamos a identificar y programar bien nuestras metas en el Plan Nacional
de Desarrollo, para hacer posible un ritmo de crecimiento del Producto Interno
Bruto (PIB) del orden de 6% anual.
Presidente
del Colegio Nacional de Economistas, Federación de Colegios de Economistas, A.
C.
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