Las intervenciones
estadunidenses y europeas en la ex Yugoslavia, Irak, Afganistán, Libia, y ahora
en Siria son vistas por analistas y críticos de la Alianza del Tratado del
Atlántico Norte como un presagio de más destrucción y baños de sangre
encaminados a asegurar el control de los recursos estratégicos del planeta,
antes que éstos sean comprados por China, proyectada como segunda
potencia económica mundial.
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