jueves, 11 de octubre de 2012

EL CADAVER PERFECTO

Nadie en sus cinco sentidos cree cualquiera de las versiones que circulan sobre el levantón o la desaparición del cadáver de Heriberto Lazcano Lazcano, alias “El Lazca” de una funeraria de Sabinas, Coahuila.

Por Ramón Alberto Garza – Reporte Índigo
Solo en México sucede que los guiones de capos y de políticos de la vida real superan a los de las telenovelas. Pregúntele a Genaro García Luna.
Nadie en sus cinco sentidos cree cualquiera de las versiones que circulan sobre el levantón o la desaparición del cadáver de Heriberto Lazcano Lazcano, alias “El Lazca” de una funeraria de Sabinas, Coahuila.
Para que la versión original fuera creíble tendrían que explicarse tres circunstancias.
La primera, que los Marinos que abatieron la gran capo Zeta no tenían la menor idea a quién confrontaban. Que fue un chiripazo. Corren incluso versiones de que El Lazca se suicidó, antes de dejarse atrapar.
La segunda, que en un acto de irresponsabilidad las autoridades abandonaron en la funeraria, sin la debida custodia,  los cadáveres de los capos –incluido El Lazca– todavía no identificados.
Y tercera, por qué tardaron casi un día para dar a conocer el parte de guerra con el tímido pronunciamiento de los “indicios” de que alguien que creían era El Lazca había sido abatido por la Marina.
El proceso y su comunicación nacieron sucios, se contaminaron y una vez más las autoridades tienen que salir a explicar lo inexplicable, lo increíble: Les robaron la evidencia.
Suele suceder en casi todas las grandes capturas o en los crímenes de Estado. 
Que si podrían capturarlo vivo, pero lo rafaguearon para que no hablara. 
Que si le hacían una cirugía y se les quedó en la plancha. Que si fue abatido en una plaza pero el cuerpo presentado no correspondía. 
Que si Mario Aburto es el original o nos dieron la copia. Que se nos perdió y nunca encontramos a Manuel Muñoz Rocha.
A las autoridades mexicanas se les escapan “los vivos” como El Chapo y se les escapan “los muertos” como El Lazca.
Pareciera que alguien buscara distraernos para que cuestionemos todo, menos aquello que de verdad deberíamos de estar preguntándonos.
¿Fue confrontación como dijeron en un principio, fue un cateo accidental en un juego de beisbol, o fue un suicidio?
¿Es o no es casual que los dos crímenes más sonados de esta semana –el del hijo de Humberto Moreira y el de El Lazca– hayan ocurrido en Coahuila?
¿Existe o no relación? ¿Hay o no causa-efecto? ¿Es una lamentable coincidencia? ¿O es la Ley del Talión de los narcos para las autoridades y de las autoridades para los narcos?
¿Quién exportó de Hidalgo a Coahuila el andamiaje de protección al principal y más sanguinario de los jefes Zeta?
¿Acaso estamos ante un montaje más para esconder la entrega de un testigo protegido a las autoridades mexicanas o norteamericanas?
¿Son casuales o premeditadas las capturas en solo 30 días de las dos cabezas del Golfo –Mario Cárdenas Guillén y El Coss– así como de los tres jefes zetas –El Talibán, La Ardilla y El Lazca–?
¿Era este un paso indispensable para consolidar el dominio de El Chapo en el Pacífico y el Z40 en el Golfo? ¿O van por el último de los jefes Zeta?
¿Acaso estamos en la ruta perfecta para la consumación del último de los monopolios? ¿Para quién?
¿Era este el final que Genaro García Luna le escribió a Felipe Calderón cuando le vendió la guerra contra el narco?
¿Altera este ajuste de cuentas la estrategia de seguridad que trae bajo el brazo el nuevo gobierno de Enrique Peña Nieto?
Está claro que existen más preguntas que respuestas. Y está más claro que nos siguen distrayendo con los títeres mientras que detrás del telón retozan los titiriteros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario