Ahora
mismo nos hacen los presupuestos en Alemania y la ropa en China. La ropa nos
cae bien, pero los presupuestos nos sientan como un tiro porque están pensados
para el bienestar de los alemanes, no para el nuestro. Viene a ser como si Zara
llenara sus tiendas españolas de chilabas, que aquí no se llevan. Nos daría
igual que los presupuestos nos los hiciera Merkel si ella pusiera también la
pasta. Pero la pasta la ponemos nosotros, que estamos hasta aquí de impuestos
directos e indirectos. Es como si el vecino nos dijera en qué debemos gastar o
en qué no debemos gastar. Y no nos vengan con el rollo de que el vecino ordena
nuestras vidas porque se le debe un dinero. Sabía cuando lo prestó, a quien se
lo prestara, que no se le podría devolver. Eso, en Derecho, recibe el nombre de
deuda injusta; lejos de saldarla, debe llevar al acreedor a la cárcel. Pero
todavía estamos esperando que los hijos de perra que nos condujeron a la ruina
con sus prácticas financieras fraudulentas sean juzgados, cosa improbable si
pensamos que del mismo modo que nos hacen la ropa en China y los presupuestos
en Alemania, Ruiz Gallardón pretende que la justicia nos la hagan en Corea,
donde las sentencias se redactan a precio de risa y sin el estorbo de los
abogados de oficio, que no existen.
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