Ante las Naciones Unidas, Felipe Calderón pronunció un discurso sobre
seguridad que a muchos extrañó, pues les pareció un viraje de 180
grados. Y es que hasta ahora había rechazado de manera tajante que se
modificara o revisara el esquema prohibicionista hacia las drogas, una
de cuyas más claras expresiones estratégicas fue la que él siguió
durante su administración. Había insistido en que lo único que cabía
hacer con los cárteles era combatirlos frontalmente con toda la fuerza
del Estado (aunque en México tendríamos que decir que se les combate
“con toda la debilidad del Estado”).
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