Claudi Pérez – Bruselas / El País
Dos docenas de cumbres
después, los líderes de la Unión se empeñan en recuperar el mito de Penélope:
un endiablado manejo de la crisis que consiste en tejer complicados
acuerdos para después destejerlos y eternizar los problemas del euro. La última
reunión, en junio, se cerró con un mecanismo que, junto con el posterior anuncio de compra de
deuda por parte del BCE, parecía la solución a todos los males. Se acordó un calendario para que
el fondo de rescate recapitalizara bancos en dificultades: un paso fundamental
hacia la unión bancaria, quizá la única forma de romper el círculo vicioso
entre los problemas financieros y los de la deuda pública, tan desastroso en
España. Alemania dio la sorpresa hace unos días al anunciar que rompía ese
contrato, tanto la letra (el ambicioso calendario) como la música (el fondo de
rescate iba a asumir activos tóxicos que los países en dificultades han
apartado en bancos malos). Bruselas dio ayer la puntilla a esa posibilidad: la
Comisión se alinea con las tesis de Berlín, y la última versión del informe sobre
la refundación del club del euro (firmada por el Consejo, la Comisión, el BCE y el
Eurogrupo) no recoge las exigencias de Francia, Italia y
España, que reclaman
un respeto escrupuloso para los acuerdos de junio. El choque de trenes en la
próxima cumbre está asegurado.
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