domingo, 16 de julio de 2023

EL CRIMEN ORGANIZADO EXHIBE MÚSCULO SOCIAL ENTRE LAS CLASES MÁS POBRES A MESES DE LAS ELECCIONES

  • El narco se reinventa sacando a las calles a miles de personas y obligando al Estado a negociar sus exigencias

Manifestantes marchan escoltando a elementos retenidos de la Policía estatal y la Guardia Nacional en Chilpancingo (Guerrero), el 10 de julio. DASSAEV TÉLLEZ ADAME (CUARTOSCURO)

Carmen Morán Breña - México - El País

El narco ha convertido México en un agujero de arenas movedizas donde el país se hunde sin remedio desde hace tres sexenios. Con la cabeza apenas fuera, necesita una mano tendida para no sucumbir a un poder criminal que ha diversificado el negocio hacia cualquier esfera donde suenen las monedas, de norte a sur, de este a oeste. En las últimas semanas, contar las víctimas era un trabajo de Sísifo: cuando se apagaba el incendio en un mercado del centro del país, estallaban las bombas en Jalisco; en Nuevo León, un pelotón de fusilamiento dejaba seis cadáveres contra el paredón, los jueces de Colima se refugiaban en sus casas y Guerrero, uno de los Estados donde la arena ya llega al cuello, ardía entre taxistas asesinados y autovías cortadas. En este territorio, tres días de sangre y fuego pusieron a las autoridades de rodillas y dejaron una imagen insólita que evidencia el poder del crimen para reinventarse: con un chasquido de dedos movilizaron esta semana a miles de ciudadanos que marcharon carretera adelante hasta el corazón del gobierno estatal, espantaron a la policía, les robaron una tanqueta blindada, tomaron de rehenes a una docena de agentes y trabajadores y obligaron a los políticos a negociar sus exigencias. Tal exhibición de músculo social entre las comunidades rurales más pobres tiene al país todavía con la boca abierta.

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