domingo, 23 de julio de 2023

ILEGALES, PERO CON UNA BASE SOCIAL

Lorenzo Meyer - Diario de Yucatán

En nuestra agenda histórica los problemas nacionales de fondo son obvios: pobreza, desigualdad y corrupción. Sin embargo, en la coyuntura actual las encuestas muestran que a la mayoría le preocupa más la inseguridad y la violencia que la triada de males seculares.

Will Fowler, historiador inglés, sostiene que en términos relativos la brutalidad, destrucción y derramamiento de sangre que tuvo lugar en México a mediados del siglo XIX fue de una magnitud mayor que la guerra de independencia, las guerras contra Estados Unidos y la intervención francesa o la Revolución (La guerra de tres años, 1857 y 1861, [Paidós, 2020]). Esa cruenta guerra fue acompañada por una ola de bandidaje. Frente a esa visión general producto de la investigación contrasta otro producto de la ficción y de la experiencia directa: la novela de Luis G. Inclán, Astucia. El jefe de los hermanos de la hoja, publicada por entregas a partir de 1865 y cuyos protagonistas —contrabandistas de tabaco— operaban exitosamente en el centro del país. Llama la atención que en ese contexto de violencia extrema e ingobernabilidad generalizada la organización al margen de la ley hiciera un uso mínimo de la violencia. La novela de Inclán es eso, ficción romántica pero una ficción creíble para lectores muy cercanos a los acontecimientos. Desde el presente, las perspectivas que nos ofrecen el historiador y el novelista resultan en una paradoja: en un México envuelto en la violencia e inestabilidad era posible que en ciertas regiones surgieran organizaciones dedicadas a actividades económicas ilegales muy redituables, pero poco disruptivas del medio social en que operaban. Obviamente el contraste con lo que nos ocurre hoy se presta a la reflexión.

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